Por José Maria Quevedo
El luguismo está decidido a exprimir a su líder en rehabilitación hasta sacarle el último voto. Poco importa si puede o no hacer campaña y mucho menos si estará en condiciones de asumir su banca en caso de ser electo. Acá lo único que les importa los representantes del progresismo conservador de corte stalinista “pro China” del Paraguay, es asegurar la mayor cantidad de bancas posibles para poder mantener los mismos salarios y privilegios que en los otros critican pero que, en sus casos, “están plenamente justificados”.
Además, si Lugo no asume ¡mejor! Lo hará su suplente, el “star lawyer” Marcos Fariña, quien llegaría al Congreso sin haber sumado un solo voto propio.
“Te estás poniendo demasiado religioso” me dijo un experimentado político cuando le comenté el asunto.
Y remató: “Cosas peores he visto”, en un tono que sonó a reprimenda.
Otro dato que confirma la “lugodependencia” extrema del espacio electoralmente más machista del Paraguay, es que mientras Fernando l manejo el cotorro las diferencias se escondieron bajo la sotana, pero una vez que su líder sufrió el ACV, la supuesta “coherencia política” que se auto atribuyen desapareció “en menos de lo que canta un Gallo (Paloma)”.
Apoyados en sus firmes e irrenunciables convicciones democráticas, Sixto, Richer y Querey decidieron ignorar por completo el mandato de su último Congreso (dónde eligieron a Esperanza candidata y la Concertación como espacio) para apoyar al flamante exministro del stronismo democrático, Euclides Acevedo, olvidando que estando éste en funciones salieron a la calle para pedir el juicio político de su jefe.
Pero ¿qué coherencia se le puede pedir a un espacio que se alió con HC para aprobar un referendum reeleccionista atropellando la institucionalidad y las formas, poniendo (como siempre) su interés sectorial/personal por sobre el del país y la ciudadanía?
Si gracias a la candidatura testimonial de Lugo y la campaña engañosa logran 4 o 5 bancas, la “asesora de oro” podrá seguir cobrando sus 23 millones mensuales sin necesidad de lograr la aprobación de uno solo de los proyectos que redacta, porque en el FG no importa mejorar la calidad de vida de la gente sino montar un escenario en el que parezca que lo hacen.
Por el bien del país, ya no engañan a nadie.