Opinión
¡A tener en cuenta!

¡Sin preguntar!

El bloguero siempre opina acerca de economía, política, cultura, economía y demás intereses sociales.

Por Luis Luna León, desde México, especial para NOVA

De pronto las cosas tienen otro sentido. De pronto las fotos toman otra importancia. De un golpe, como un sonoro manotazo, todo se acomoda como jamás imaginamos se ajustaría. Si, de pronto.

De pronto todo tiene importancia en esas fotos que pensamos que jamás nos importarían. De pronto nos damos cuenta que su mirada tiene color, de pronto nos damos cuenta de la manera en la que nos abrazaba. De pronto nos percatamos que había felicidad en esas fiestas en las que muchas veces íbamos acompañándolo o acompañándola por compromiso.

De pronto observamos esas fotos y nos percatamos de cómo reía a placer, de cómo sonreía, de cómo eran sus manos, su peinado, y hasta su mueca aquella que odiábamos y hoy que ya no está, la extrañamos. Es más, hoy por esas fotos nos damos cuenta que éramos felices sin saberlo. Si, de pronto.

De pronto recordamos lo bien que la pasamos en aquella reunión familiar, de aquella música que lo hacía bailar. De las veces que cantaba a placer, aunque desafinara siempre. Hoy todo cobra vida. Aquel beso ahora lo sentimos, aquel abrazo dado hoy lo sentimos apretado y hoy lo extrañamos. Aquel paseo de campo, aquella caminata en la playa, aquella tarde en el parque o aquella vez que sin darnos cuenta capturamos en una foto.

De pronto vienen a la mente tantas cosas que, según nosotros, ya habíamos olvidado. Y volvemos a sentir la arena en nuestros pies, el agua de la alberca, el aroma de su piel, de su cabello. Volvemos a oír su risa retumbar en las paredes de la casa. Y extrañamos su voz. Si, aquella voz, aquellos gritos y hasta el silencio que se interrumpía por el ruido de sus ronquidos.

De pronto y a través de esas fotos nos damos cuenta que el celular hoy tiene un valor inmenso. Se convierte en ese cofre en donde guardamos el más valioso de los tesoros. Esas fotos que acumulamos en exageración se vuelven invaluables y nos damos cuenta que nos faltaron tomarnos muchas más. Que hoy son insuficientes. Y nos lamentamos, y nos reclamamos ya que, de pronto, se cayó el telón y con él, todo se vino abajo como una señal de que la función ha terminado.

Si, de pronto. Como llega el destino, como se va la vida. Y nos enojamos con nosotros mismos por no haber vivido más con la persona que nos abraza sonriendo en la foto. Nos molestamos por no aparecer en esa foto en donde alegre jugaba sólo a la pelota en aquella tarde en el parque.

Y nos disgustamos por no haberlo acompañado en aquella ceremonia de la escuela, y nos reclamamos por aparecer en la foto con cara de molestia cuando nos embarraba el pastel en algún cumpleaños familiar. Hoy esas fotos hacen competencia con los recuerdos que en nuestra mente caminan llorando por ese ayer que ya se fue y que no nos volverá a ver jamás.

De pronto nos damos cuenta que quizá no debimos reclamarle tantas cosas. Que debimos de haber vivido la felicidad a su lado con más intensidad. Que hoy daríamos todo por repetir ese viaje, esa noche de bohemia o esas interminables platicas que ya no se oirán nunca más, enseñándonos que el silencio de su ausencia duele más que aquellos pleitos en los que siempre queríamos ganarle. Si, de pronto, todo de pronto. Tal y como la muerte se ha llevado a ese ser que protagoniza las fotos más hermosas que nos acompañarán por siempre.

De pronto queremos llevar a nuestro pecho esas fotografías y calmar nuestra angustia, sabiendo que ni una lo logrará. De pronto esas imágenes es lo único que nos mantiene de pie cuando queremos ir a su encuentro en el más allá. Cuando sentimos que nada tiene sentido sin su presencia.

Y a diferencia del ayer en donde nosotros acompañamos a ese ser amado, hoy es una vela que lo acompaña iluminando su rostro y dando luz a nuestra vida deseando que esté en paz en el más allá. Porque de pronto nos damos cuenta que ese celular ya no sonará por una llamada suya ni su rostro será capturado una vez más para que aparezca en una fotografía.

Y todo esto sucederá sin avisarte, sin preguntarte si estás preparada para ello. Si, de pronto. Así, sin más.

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