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Leonor Rivas, dirigente campesino

Diario de una ocupación que terminó en Masacre

Leonor Rivas en diálogo con NOVA.

Leonor Rivas fue el líder de los campesinos que ocuparon Marina Cué hasta enero de 2012. Habla un guaraní cerrado que a veces cuesta entender. Compartió calabozo con Avelino Espínola “Pindú” en la cárcel de Coronel Oviedo y organizo con él la ocupación que terminó con la masacre.

Según sus palabras, la aparición de Rubén Villalba y su influyente liderazgo hizo que “Pindú” lo marginara del grupo.

Un mes antes de la matanza, fue remplazado como presidente de la Comisión Vecinal. La decisión fue tomada por una asamblea en la que Villalba impuso a su candidato Adolfo Castro. Desde ese día, no fue más a Marina Cué.

Rivas asegura que tanto Villalba como “Pindu” no querían que la cantidad de personas censadas (es decir que recibirían tierras) fueran más de 150, lo que representaba 10 hectáreas por cada ocupante. Sin embargo, el número de campesinos que se mantuvieron junto a Villalba y Espínola durante la ocupación nunca superó los cincuenta.

En su momento, su Comisión llegó a tener 2.864 censados. Sufrió dos desalojos, uno en diciembre de 2011 y otro en enero de 2012. En el primero el responsable de la ejecución fue el jefe de policía de Saltos del Guairá. “Gauto es su apellido” dice Rivas.

Antes del procedimiento, el jefe policial le pidió permiso para entrar y revisar el asentamiento. Asegura que las fuerzas del orden sabían perfectamente la cantidad de personas y escopetas que poseían. “Doscientas, para cazar animales” dice Rivas. La fiscala encargada de ese procedimiento como de todos los que tuvieron que ver con tierras explotadas por Blas Riquelme fue Ninfa Aguilar.

Tras este, comenzaron las imputaciones masivas que desencadenaron en la protesta de enero frente a la fiscalía y la orden de captura para 34 dirigentes.

“La gobernadora (Cristina Villalba) ofreció 5 millones de guaraníes por la cabeza de cada uno de nosotros” afirma. El incentivo dio resultados. Policías de civil detuvieron a la mayoría de los imputados. Entre ellos a él y Avelino Espínola “Pindú”.

En la última ocupación, Rivas y Espínola se habían establecido de manera paralela en diferentes parcelas de Marina Cué. Durante su estadía en la cárcel de Oviedo decidieron actuar de forma conjunta pero no terminaron de ponerse de acuerdo en la cantidad de personas que participarían de la nueva ocupación; “Pindú” quería limitar el número a 150; Rivas no quería límite.

Los grupos de “Pindú” y Rivas mantuvieron dos reuniones en el km 1.500, frente a Campos Morombí sin llegar a un acuerdo. En el tercer encuentro aparece junto a Espínola por primera vez Rubén Villalba. Finalmente deciden el ingreso, pero una fuerte lluvia obliga a que lo suspendan. Pasan 45 días.

“Pindú, yo y 45 personas más, nos dirigimos rumbo a la barranca, pero somos interceptados por dos patrulleras comandadas por el jefe de seguridad de Blas Riquelme, un tal Karajallo”. Eran pocos y deciden retirarse. Villaba no participa de este intento. “Pindú” se queda con su grupo a la vera de la ruta y el vuelve a Curuguaty. Necesitaba juntar más gente.

Mientras “Pindú” mantenía la presión cerca del predio, Rivas trataba de reclutar más gente en Curuguaty. “En un momento dado, Pindú me dice que quiere entrar, yo le digo que entre”. Faltaban dos meses para el fatídico 15 de junio.

Villalba, el líder

A mediados de mayo, Rivas se presentó ante Pindú en Marina Cué. Para su sorpresa ya no era este quien lleva lo voz cantante sino Rubén Villalba. “Pindú ya no participaba tanto-dice- Villaba insistió en que se debía restructurar la Comisión y propuso a Adolfo Castro como presidente porque “Pindú” y yo teníamos antecedentes”.

En esa ocasión constata que el número de ocupantes no supera los 45, mujeres y niños incluidos. Según su relato, el liderazgo de Villalba estableció un sistema demasiado rígido. “El que salía no volvía a entrar”. Fue la última vez que estuvo en Marina Cué.

Siempre según lo relatado por Rivas, el representante del Ministerio del Interior Elvio Cousirat, se reunió con los ocupantes de Marina Cué tres días antes de la masacre para advertirles que lo mejor era que abandonaran el lugar, pero estos no le hicieron caso. Asegura también que Castro, Espínola y Villalba recibían apoyo del dirigente colorado Julio Colman y su equipo. “El los utilizó” afirma.

El dirigente revela que cada finca explotada por Riquelme tiene su equipo de seguridad integrado por alrededor de diez “matones” equipados con armas automáticas que reciben apoyo constante de la policía del lugar. Consultado por la posibilidad de que quién reivindica la tierra como propia no conociese la existencia de una plantación de cuarenta hectáreas de marihuana, Rivas se ríe antes de asegurar que eso “es imposible”.

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